La tormenta del jueves y la madrugada de ayer viernes, ha venido a su peor y la más trá gica de cuantas se conocen en la Historia de Granada. En un primer balance, a las primeras horas de la tarde se señalaban veinticinco muertos diez y nueve en la Rábita, aparte de otro diez heridos en esta localidad costera a los pies de la Alpujarra, en el límite mismo con Almería".
Ha sido una auténtica catástrofe de la que la provincia tardará mucho en reponerse, tanto en lo moral como en lo material. Daños elevadisímos que pueden estimarse en cientos de millones de pesetas, pero, en una primera apreciación no pueden calcularse. La lluvia ha caído incesantamente, sin piedad, sobre las rey resecas tierras de toda la provincia y ha causado daños cunatiosos en todos los rincones del mapa nuestro.
Novente pueblos incomunicados telefonicamente y muchos, sin posibilidad de acceso, sin agua y sin luz.
Pero sin duda, que la situación en ás dramática es la que padecen en la Rábita y Albuñol, donde se ha colocado la capatalidad de la tragedia.
Desde allí han llegado a la capital llamadas de angustia, peticiones en envue altos lágrimas porque el hombre en esa zona se ha sentido más solo que nunca envueltos en su propio pánico con las aguas azotando desde la costa en La Rábita o enloqueciendo con su infernal prisa por la ya temible Rambla de Albuñol.-
Ha sido una auténtica catástrofe de la que la provincia tardará mucho en reponerse, tanto en lo moral como en lo material. Daños elevadisímos que pueden estimarse en cientos de millones de pesetas, pero, en una primera apreciación no pueden calcularse. La lluvia ha caído incesantamente, sin piedad, sobre las rey resecas tierras de toda la provincia y ha causado daños cunatiosos en todos los rincones del mapa nuestro.
Novente pueblos incomunicados telefonicamente y muchos, sin posibilidad de acceso, sin agua y sin luz.
Pero sin duda, que la situación en ás dramática es la que padecen en la Rábita y Albuñol, donde se ha colocado la capatalidad de la tragedia.
Desde allí han llegado a la capital llamadas de angustia, peticiones en envue altos lágrimas porque el hombre en esa zona se ha sentido más solo que nunca envueltos en su propio pánico con las aguas azotando desde la costa en La Rábita o enloqueciendo con su infernal prisa por la ya temible Rambla de Albuñol.-
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